Federación de Enseñanza de CCOO de Cantabria | 20 julio 2025.

Dos de cada tres docentes dicen que te equivocas… Respuesta a Sergio Silva

    06/04/2025.
    Dos de cada tres docentes dicen que te equivocas

    Dos de cada tres docentes dicen que te equivocas

    Hoy domingo 6 de abril, el consejero de Educación de Cantabria, Sergio Silva, firma un artículo de opinión titulado “De salarios y negociaciones: por la mejora de la educación de Cantabria”, apenas unos días después de que los docentes secundáramos de manera mayoritaria una huelga en la Educación pública (el 67% de las personas convocadas) y que 5000 personas saliéramos a la calle a denunciar las medidas del Consejero y su falta de negociación. Sin embargo, en lugar de convocar de manera inmediata a una reunión a los sindicatos de la Junta de Personal Docente, parece muy insistente en intentar utilizar a los medios de comunicación para autojustificar su inacción e intransigencia y, de paso, continuar con la que, parece, su campaña de difamación contra el profesorado.

    Frente a su política de desprecios, autoritarismo y eslóganes vacíos, nos parece oportuno responder con argumentos, datos y la mirada puesta en la dignidad del trabajo docente y en la calidad de la educación para el alumnado.

    1. Compararse con lo peor no puede ser excusa para resignarse

    En su artículo, el consejero insiste en que los salarios de los docentes cántabros son “decentes” porque están algo por encima de la media estatal. ¿Y qué? ¿Acaso el hecho de que en otras comunidades autónomas el profesorado cobre todavía mucho menos de lo que debería cobra significa que aquí debamos firmar pérdidas de poder adquisitivo, tal y como propone? En absoluto. Lo decente, lo justo, es que ningún docente en ninguna comunidad pierda poder adquisitivo año a año. Naturalmente, si los compañeros de otras regiones luchan por lo que les corresponde, ahí estaremos para apoyarlos. Pero esa no puede ser una excusa para que en Cantabria se consolide el empobrecimiento del colectivo con su ridícula oferta de apenas 100€.

    Ya que a Sergio Silva le interesa tanto mirar a otras comunidades, podría observar como las huelgas docentes también han ido asomando en Navarra, Madrid, Andalucía o, por ir a lo más cercano geográficamente, Euskadi, donde los docentes llevan ya nueve jornadas de huelga. Cuando las barbas de tu vecino veas cortar…

    2. Reconocer la carga de trabajo y no compensarla es incoherente

    Silva admite que la tarea docente es cada vez más compleja, que exige más dedicación y tiempo. ¿Y eso se compensa con una oferta que significaría quecada docente perdiera mes a mes, como mínimo, 225€? Es ofensivo. Si realmente se reconociera la complejidad y la creciente carga psicosocial del trabajo docente, se negociaría la adecuación salarial íntegra y, además, adoptaría otro tipo de medidas. Por ejemplo, se actuaría también sobre las ratios, que el Consejero ha decidido congelar, en lugar de reducir como viene siendo necesario. También garantizaría revisiones médicas periódicas para un colectivo expuesto a cada vez más riesgos psicosociales, cosa que ni se plantea, a pesar de que la Consejería dispone de una sola unidad médica formada por un médico y un enfermo para un total de más de 9600 profesionales.

    3. La mejora de los sexenios: la trampa de la acumulación

    La Consejería habla también de una mejora acumulada de los sexenios de 187,23 €. En realidad, en su oferta, los cálculos serían de 181,94 €. Pero lo verdaderamente indignante no es el redondeo, sino lo que oculta: durante los CUATRO primeros sexenios —es decir, durante los primeros 30 años de trabajo— la mejora acumulada apenas alcanza los 49,3 € en total. La única subida significativa (132,64 €) llega con el quinto sexenio, a partir del año 36 en la función docente. Y ojo, no la puedes cobrar si te acoges a reducción de jornada, con lo que se convierte en un chantaje disfrazado de incentivo: o bajas la carga de trabajo o cobras, pero ambas cosas no.

    4. El dinero es finito… excepto cuando interesa

    Silva afirma que no hay dinero suficiente para la adecuación salarial. Pero el presupuesto, como bien sabe, es cuestión de prioridades políticas. ¿Hablamos de cuánto se destina a las empresa de la enseñanza concertada, a pesar de que condenan a sus trabajadores a condiciones laborales en muchos casos vergonzosas? ¿Hablamos de los proyectos millonarios y de dudosa necesidad del Gobierno al que pertenece el Consejero, como la carretera Potes-Reinosa o el teleférico de Vega de Pas? Parece que el dinero sí es elástico cuando se trata de ciertos sectores o de vender humo en forma de “grandes obras”. ¿O hablamos de los 2’8 millones de euros que perdió la Consejería el año pasado con las pizarras digitales por su gestión ineficaz? Por dar una referencia, utilizando los propios cálculos de la Consejería (quien, dicho sea de paso, no ofrece datos para cotejarlos), 3 millones de euros es lo que costaría reducir las ratios a 20 alumnos en otros tres cursos más.

    El consejero dice que lo importante es la salud de la educación. Pues bien: la salud de la educación pasa, entre otras cosas, por reducir las ratios de forma más ágil y realista. No al ritmo de “un nivel por curso escolar”. Y desde luego, no castigando con 25 alumnos a 3º de Primaria en el curso 25-26, cuando estaba previsto que esa ratio fuera de 20. ¿Es esto una represalia hacia la comunidad educativa? ¿Una forma de decir: “os habéis quejado, pues ahora os quedáis sin mejora”?

     

    5. Subidas para ellos, recortes para nosotros

    Dice que somos muchos docentes y que no hay dinero para todos. Pero cuando toca subirse el sueldo los cargos del Gobierno, ahí sí que el IPC sirve como argumento. Que no nos pidan comprensión ni sacrificio quienes no predican con el ejemplo ni practican la solidaridad. Si no hay dinero para recuperar nuestro poder adquisitivo, lo justo y ético sería que el propio consejero y su equipo renunciasen también a sus subidas salariales. Pero parece que el ajuste solo vale para los de abajo. Recordamos que nada más llegar al Gobierno, ya plantearon subirse el salario a sí mismos un 20% y, tras la polémica que se suscitó, acabaron aumentándoselo un 6,9%.

    6. Ruralidad: ni el enfoque ni el fondo son los correctos

    Sobre el complemento de ruralidad, que tanto insiste el Consejero en defender, es evidente que su propuesta afectaría solo a un número mínimo de docentes, debido a unos criterios extremadamente restrictivos para definir qué es una escuela “rural”. Pero además, ya hemos expresado que no queremos divisiones salariales entre docentes: no queremos desigualdades camufladas de incentivos. La adecuación debe ser lineal, justa, para todo el colectivo. Y la escuela rural no se refuerza con un plus salarial, sino con infraestructuras, apoyo específico y dotación estable, cuestiones que exigimos abordar en una mesa de negociación específica —a la que, por cierto, la Consejería aún no ha dado respuesta.

    7. La dignidad no se negocia a la baja

    No estamos aquí para entrar en juegos parlamentarios. Estamos aquí para defender una educación pública de calidad, lo que empieza por valorar justamente a quienes la sostienen día a día en las aulas. Y eso, señor consejero, pasa por dejar de hablar de “mejoras” que no son tales, por escuchar de verdad al profesorado, y por actuar en consecuencia, aceptando la adecuación salarial completa para que el profesorado deje de perder poder adquisitivo mes a mes.

    Porque no se puede defender la mejora de la educación mientras se recorta, se divide y se chantajea a quienes la hacen posible.

     

    8. La culpa siempre es de los otros

    Lamenta el Consejero en su artículo que hayamos convocado una huelga contra su Gobierno, cuando la decadencia salarial para el profesorado de Cantabria lleva ya diecisiete años. Tiene razón en que por el camino ha habido otros gobiernos a los que no se debe quitar un ápice de responsabilidad, pero no es con ellos con quien tiene que negociar, sino con el profesorado y con las organizaciones sindicales en las que nos organizamos.

    Parece querer dar a entender que los docentes somos los culpables de la situación por no habernos quejado antes. En su lugar, Consejero, debería darnos las gracias porque durante años hemos priorizado la calidad del servicio educativo, negociando y aceptando que el dinero que era necesario para nuestros salarios se fuera en otras partidas como, por ejemplo, la reducción de ratios en la educación infantil. En nuestro caso aceptamos esa realidad porque la educación pública es un servicio para el conjunto de la clase trabajadora de Cantabria y es fundamental que sea de calidad, por ser parte del llamado salario indirecto de todos los y las trabajadoras que ponen en pie nuestra comunidad y nuestro país.

    Por eso ahora a ti, Sergio, te toca afrontar la adecuación retributiva de los docentes, como tantas otras cosas No deja de ser llamativo que en cada intervención pública tengas que recordar “que eras docente”, quizá porque tus medidas demuestran más bien, que antes que docente, eres representante de intereses económicos y políticos muy diferentes de los que tenemos quienes levantamos día a día la educación pública. Ya que tu Gobierno no parece tener a bien intervenir decididamente en un mercado de la vivienda eminentemente abusivo, ni parece que te importe demasiado el control de los precios de los bienes de primera necesidad que tus trabajadores necesitamos para sobrevivir, al menos ten las suficientes miras para devolvernos el poder adquisitivo que llevamos diecisiete años seguidos perdiendo.

    Puedes salir a la prensa las veces que quieras a lamentar lo incomprendido que eres, pero el hecho está claro: el jueves, casi el 70% de tu plantilla y más de 5000 trabajadores en la calle te dijeron que están cansados de tus errores y que la propuesta sindical de recuperar el poder adquisitivo es la única que podrá sacarnos de este atolladero. Déjate de orgullos, Sergio; convócanos a una reunión, reajustad las prioridades de vuestro gobierno y, antes de que nos obliguéis a convocar más jornadas de huelga, atended a lo necesario: devolved a los docentes su salario.

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